1.2 Marx, Weber y el funcionalismo

Tres grandes tradiciones se inscriben en el debate sociológico actual sobre la definición, medición y operacionalización del concepto de “clase”: son los desarrollos teóricos de los “clásicos” de la disciplina, Marx y Weber, y la teoría funcionalista de la estratificación social (Crompton, 2008). La concepción marxista sobre las clases sociales fue influenciada por importantes perspectivas teóricas: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo utópico alemán (Ossowski, 1972). Crompton (2008, p. 11) ubicando al concepto de “clase” como herramienta de análisis social ligado al desarrollo del capitalismo y a la transición a la modernidad, señaló que Marx fue el primer teórico en considerar la naturaleza económica (o “materialista”) de la desigualdad social.

En efecto, Marx fue quien vinculó el concepto de clase social con el de modo de producción y a las clases sociales con etapas históricas de los modos de la producción. Según esta corriente de pensamiento las clases sociales se constituyen a partir de la estructura económica del modo de producción capitalista, y el lugar que ocupan las personas en el proceso de producción y su relación con los medios de producción el determinante de su posición social.

Al situar a la lucha de clases como motor de la historia, Marx concedía al concepto de clase una distinción científica y, paralelamente, le asignaba un rol explicativo de la sociedad y la historia. El término de clase en su obra puede encontrarse tanto de forma analítica como descriptiva, es decir, como un concepto históricamente determinado. Wright (1997) señaló que Marx enfrentó el problema abstracto de las clases y, al mismo tiempo, se dedicó al análisis concreto de las clases como actores, es decir, en distintos niveles de análisis. Las nociones de “clase en sí” y “clase para sí” —por un lado, entre la existencia de la clase como una realidad histórica y, por el otro, la clase como consciente de su identidad y de capacidad de actuar— motivaron un extenso debate sobre el cual, a lo largo del siglo XX, el materialismo histórico se desenvolvió en diversas corrientes: la “humanista”, que enfatizó la significancia de la acción en las explicaciones sobre las instituciones y el comportamiento (Gramsci) y la “científica” o “estructuralista” (Althusser, Poulantzas) que resaltó la descripción de “estructuras” de clase (Crompton, 2008, p. 31).

La premisa que considera a las clases como la variable explicativa del fenómeno de las desigualdades sociales tuvo en Marx el eje sobre el cual giró su discusión teórica, incluso hasta el presente. Su obra fue puesta en “diálogo” por Weber, quien criticó el principio de propiedad determinante de la clase social. Weber (2002, pp. 682–694) propuso la existencia de una multiplicidad de factores que van más allá de la propiedad: estatus, relaciones de mercado, habilidades, prestigio, extendiendo de esta manera la dimensión “única” de clase. Considerando las ideas de Weber una extensión de las de Marx, a pesar de sus diferencias, el contraste entre estos dos autores puede, a veces, parecer exagerado. Weber no dejó de problematizar la visión materialista de la historia en Marx, ampliando esa visión “económica” y elaborando una propuesta multidimensional para el análisis del fenómeno de la estratificación social, distinguiendo a las clases, los estamentos y los partidos, donde la acción social predomina sobre una estructura objetiva, como el modo de producción (Burris, 1995, p. 130).

Para Kerbo (2003) —quien distinguió de las teorías de la estratificación social las “teorías del conflicto” y “teorías funcionales de la sociedad” (resumidas en la Tabla 1.1 —en lugar “de los supuestos críticos del conflicto en Marx, en Weber encontramos un conjunto de supuestos paradigmáticos que hemos denominado no críticos del conflicto” (p. 95). Si bien “Weber creía que el conflicto estaba más extendido y se encontraba en el núcleo mismo de la organización social compleja, no albergaba, a diferencia de Marx, la esperanza de que este conflicto humano se pudiera eliminar por completo algún día” (p. 107).

Tabla 1.1: Tipología de paradigmas de la estratificación social
Supuestos valorativos
Críticos No críticos
Modelo de sociedad Orden Paradigma crítico del orden Paradigma no crítico - Teoría funcional (Durkheim)
Modelo de sociedad Conflicto Paradigma crítico del conflicto - Teoría de la clase dominante (Marx) Paradigma no crítico - Teoría del conflicto (Weber)
Fuente: Kerbo (2003, p. 83)

Dentro del paradigma no crítico y pese al poco desarrollo teórico acerca de la problemática de las clases sociales, como antecedente del funcionalismo en sociología, las ideas de Durkheim se ubicaron en contraste con la teoría del conflicto de Marx o Weber. Sus propuestas fueron de enorme ayuda para los teóricos funcionalistas y su interpretación de las clases sociales, ya que >“calificó la existencia de la clase y el conflicto de clase de no naturales[…] esta condición patológica del conflicto existía porque los grupos ocupacionales no cumplían adecuadamente la función de proporcionar orden moral y porque los intereses egoístas de individuos y grupos amenazaban a la sociedad. Pero a Durkheim nunca se le pasó por la mente que todo un sistema de división del trabajo en la sociedad industrial pudiera ser una estructura de poder al servicio de la dominación de una clase por otra (como mantienen los teóricos del conflicto)” […] (Kerbo, 2003, p. 106).

La obra estructural-funcionalista de Parsons, que predominó en la teoría sociológica después de la II Guerra Mundial, reflejó ciertos elementos del análisis de Durkheim sobre las consecuencias de la división del trabajo en la “sociedad industrial”. En base a ella, las teorías funcionales -como por ejemplo las de Davis & Moore (Levine, 2006)- de la estratificación propusieron que las desigualdades en las sociedades complejas se imponen como legítimas a través de un consenso de valores relacionados con la importancia social de funciones particulares (Crompton, 2008, p. 13).