1.4 La cuestión en América Latina y en la Argentina

¿Cómo estudian los cientistas sociales la desigualdad social en términos de clases sociales, en general, y en particular en la Argentina? ¿Qué fuentes de información están disponibles y cuáles se utilizan para responder preguntas? ¿Qué temas investigan los cientistas sociales relativos a las clases sociales en Argentina? ¿Cuáles son las tendencias históricas de los principales temas del estudio de las clases sociales? ¿Qué relevancia tienen los enfoques propuestos para interpretar la realidad social contemporánea?

En América Latina los debates originados en la sociología de los países centrales fueron seguidos de cerca, y en muchos casos, problematizados y ampliados con propuestas originales y novedosas, que anticiparon los trabajos de Wright o Goldthorpe. Filgueira (2001) sostuvo que el paradigma de la estratificación social en América Latina se enraíza en las tradiciones intelectuales europeas, principalmente en la corriente marxista y la weberiana. Lo denominó “paradigma clásico” de los estudios de estratificación y movilidad social. En el desarrollo inicial de este tipo de estudios en Latinoamérica se destaca la influencia de Gino Germani (1987), José Medina Echavarría (1964), Florestán Fernándes (1998) así como de Solari en Uruguay, Hutchinson en Brasil y Costa Pinto en Chile, entre otros.

Filguiera (2001) puso en evidencia una inexplicable postergación en la investigación sobre el tema en el último cuarto del siglo XX. Observaba que había una relativa carencia de estudios de estratificación en la agenda de investigaciones en América Latina y que si bien no se interrumpió, fue perdiendo lugar frente a otras temáticas. Consideró importante retomarlo por la necesidad de lograr un marco comprensivo de los cambios producto de la globalización y el cambio técnico y por las limitaciones conceptuales del tradicional paradigma de la estratificación. De esta manera se dilucidaría el impacto de las transformaciones en el mercado de trabajo y propuso un abandono del “paradigma productivista” clásico de la estratificación por una visión renovada del enfoque de clases que integre dimensiones tales como capital social, regímenes de bienestar y cambio demográfico. Sostiene que

“Uno de los factores contribuyentes a la pérdida de relevancia de los estudios de estratificación y movilidad social comparados en la región, estuvo dado por el vuelco de los estudios sociales hacia los problemas de pobreza y exclusión social […] Como resultado, sobre América Latina conocemos hoy día por ejemplo, muchas más sobre los pobres, los indigentes y los marginales que sobre las condiciones de vida, alineamientos sociales y movilidad de las clases bajas urbanas integradas o de las ‘clases medias’” (2001, p. 8).

En el trabajo ya clásico de Filgueira y Geneletti (1981) se realizaban interesantes observaciones sobre los cambios en la estructura social en base a datos censales. Barozet (2007) señala que algunos estudios de orientación cepalina como el de Portes (2003) reintrodujeron la noción de clase social desde un punto de vista marxista, con una mirada regional y temporal y muchos otros hicieron foco en las clases medias latinoamericanas como los de Franco y Hopenhayn (2010) y Franco, León y Atria (2010; 2007).

A pesar del fuerte impulso inicial que se dio entre 1950 y 1970 a los estudios sobre estratificación, movilidad y clases sociales en América Latina, fue perdiendo de a poco su ímpetu hasta volverse muy menor en la agenda de investigación en la última década del siglo XX. Como se mencionó anteriormente, alguna de las razones de esta caída pudo deberse a la predominancia del enfoque neoliberal en la economía de la región durante las décadas de 1980 y 1990, cuando la cuestión social comenzó a cobrar relevancia con los problemas de empleo, pobreza y exclusión social.

1.4.1 Nuevos aires

Ya a comienzos del siglo XXI las investigaciones sobre clases sociales vuelven a la agenda de muchos institutos. Es que los procesos de cambio que se dieron en la región durante la primera década del dos mil dieron lugar a interrogantes acerca de sus efectos sobre la estructura de clases y la desigualdad social, que el enfoque de la estratificación social podía ayudar a responder.

En sintonía con la expansión de la sociología académica en la Argentina, la “teoría de clases” asumió una importancia primordial en los debates sociológicos durante fines de la década del cincuenta y hasta mediados de los ’70. La investigación académica sobre estructura social fue un tema frecuente, cuando a partir la “escuela” de Germani (1987) fue abordado con mayor sistematización y dio lugar a numerosos debates en la sociología argentina.

Durante la década de 1950 se impulsaron en América Latina una serie de investigaciones considerando a la clase media como el sector clave para la estabilidad social y el desarrollo, que se manifestaba y caracterizaba, entre otras cosas, por movilidad ascendente. Emparentado con una tradición idealista, Poviña (1950) caracterizó en términos culturales y espirituales a la clase media, mientras que Bagú (1959) lo hizo en términos psicosociales. Germani (1944, 1963, 1981), propició estudios con sólido sustento empírico y de largo plazo, llevando a cabo investigaciones bajo “indicadores objetivos de clase” y de autoidentificación, pensando a su vez las correspondencias entre movilidad y estratificación.

Durante la década del ’60 y del ’70 del siglo XX, diversos estudios centraron su atención en la relación entre orientación ideológica y acción política de la clase media (Graciarena, 1971; Tedesco, 1973). Quizás el estudio más importante de la época lo constituyó el de de Ípola y Torrado (1976), quienes abordaron el análisis de las clases sociales a partir de una interpretación del fenómeno basado en una conceptualización renovada de las clases sociales desde materialismo histórico, trabajo que será retomado luego por Torrado (1992).

Durante los noventa y luego de la crisis del 2001, el debate acerca de las clases sociales comienza a expandirse, poniéndose “de moda” los estudios de acerca de las clases medias, con investigaciones que fueron dando cuenta del deterioro creciente de las condiciones de vida de este sector, producto de la implementación de políticas de ajuste durante la dictadura cívico-militar, extremadas en la última década del siglo XX.

Minujín y Anguita (2004) analizaron cómo el segmento social distintivo de la Argentina decae en los últimos treinta años del siglo XX. Efectivamente, hasta 1976 la Argentina mostró altos niveles de movilidad ascendente —intergeneracional e intrageneracional— corroborados en la jerarquía ocupacional y una movilidad ascendente del nivel de ingreso (Torrado, 2007). Luego de esa fecha, tanto la movilidad ocupacional como de ingresos mostraron flujos descendentes, siendo la ocupación y el trabajo precario nuevas modalidades de trabajo para este estrato (Lindenboim, 2007; Monza & Planificación, 1986; Orsatti, 1985).

Diversas publicaciones mostraron el proceso de pauperización creciente y los efectos del proceso de concentración que involucró el surgimiento de una nueva categoría, la de los “nuevos pobres” o “pobres por ingresos” donde se encontraban fracciones de la clase media afectadas por la precarización de las condiciones de trabajo y el desempleo (Minujín, 1992; Minujín & Kessler, 1995; Murmis & Feldman, 1992), disminuyendo así, no sólo su peso relativo sino también mudándolo a ser un sector vulnerable a la pobreza (Altimir & Beccaria, 1999; Beccaria, 2007; Lo Vuolo, Barbeito, Pautassi, & Rodríguez, 2004).

El problema de la distribución del ingreso contribuyó largamente al análisis de los cambios observados en la clase media y en las clases sociales en general. Distintos trabajos mostraron las contradicciones y pujas en la estructura social de países como la Argentina -por ejemplo (Lindenboim, 2007)- y dieron cuenta cómo este proceso se acentuó, como también lo hacía la desigualdad social, en niveles altamente diferentes con respecto al pasado (López & Romeo, 2005). La expansión de la pobreza, proyectaba una clase media en retroceso cuantitativo, transformando los patrones de su estructura y movilidad, asimilando a la Argentina a otros países de América Latina. En líneas generales, los estudios especializados señalaron cómo aquel conjunto poblacional definido como la clase media presentaba movilidad tanto ascendente como descendente y al mismo tiempo cambios estructurales en convergencia con los culturales.

Desde el punto de vista del “giro cultural” que menciona Crompton diversos autores (Garguin, 2009; Losada, 2009; Visacovsky & Garguin, 2009; Zimmermann, 2000) abordaron distintas dimensiones acerca de la formación de las clases medias argentinas, debate que hoy en día constituye un campo específico de los estudios de estratificación social en la Argentina. Adamovsky, por ejemplo, reflexionó acerca las condiciones históricas “subjetivas” que dieron origen a la clase media Adamovsky (2009b) y a las clases populares (2012) problematizando la formación histórica de las clases sociales. También fueron observadas a partir de sus consumos culturales o económicos —por ejemplo la investigación de Wortman (2003)—.

Desde el abordaje estadístico, por un lado, hubo una importante aparición de estudios que analizaron los impactos y las diferenciaciones que produjeron los cambios en el modelo de acumulación sobre la estructura de clases. En este sentido pueden nombrarse los aportes de Benza (2016), Chávez Molina & Sacco (2015), Iñigo Carrera, Podestá, & Cotarelo (1999), Palomino & Dalle (2012), Pla, Rodríguez de la Fuente, & Sacco (2018), Sacco (2019). Por otro lado, también volvió a retomar importancia el estudio de la movilidad social. En este caso, se destacan las investigaciones de Kessler y Espinoza (2007), Benza (2012), Rodríguez de la Fuente (2020) y las de los equipos del área laboral y de estratificación social del Instituto de Investigaciones Gino Germani (Chávez Molina & Molina Derteano, 2009; Chávez Molina & Sacco, 2014; Dalle, 2016; Dalle, Jorrat, & Riveiro, 2018; Gómez Rojas & Riveiro, 2014; Pla, 2016; Sautu, 2011).