5.1 De las clases en el papel a las clases en la computadora

5.1.1 Operacionalizando el concepto de clase

El proceso de operacionalización implica el pasaje de conceptos teórico-abstractos a indicadores empíricos, es decir, la transformación de un fenómeno no observable o latente, en observable (D’Ancona, 1996). Bourdieu (1990), en referencia a la conceptualización científica de las clases sociales, denominó a este proceso como la construcción de clases “en el papel”, en tanto funcionan como constructos que son agrupaciones probables fundadas en la posición que los individuos presentan en el espacio social. De este modo, las clases son construcciones analíticas pero bien fundadas en la realidad ya que proporcionan una explicación más completa del mayor número de diferencias observadas entre los agentes (Bourdieu, 1990, p. 130).

Estas clases-constructos no son clases equiparables a las que podemos percibir y comprender como existentes en la realidad social, aunque presenten probabilidades de serlo. Ejemplificando, si nuestro esquema de clasificación nos indica que un individuo asalariado y administrativo de un organismo estatal, forma parte de la “clase media”, eso no significa que esa categoría de clase tenga una relación directa con lo que en la realidad los propios individuos identifican como clase media (que de por sí presenta una gran heterogeneidad), ni con lo que las propias teorías pueden entender como “clase media” .

Las clases sociales son una parte de lo que normalmente conceptualizamos como “estructura social”. En tanto parte, el proceso de operacionalización, es decir, de separación de aspectos que suelen estar integrados (tales como la clase, el género, los vínculos sociales, la acción política, entre otros), implica una abstracción y un recorte realizado sobre la realidad, pero que permite un acercamiento a la comprensión de la misma:

Como hemos visto, los esquemas de clase son en realidad el producto de la disolución de las estructuras sociales. La fórmula para su producción podría ser algo como lo que sigue: tómense estructuras cuyos elementos son individuos, roles o acciones cualesquiera, rómpase las relaciones que haya entre sus miembros de modo que estos queden flotando libremente y sométase el magma resultante a centrifugación hasta que se haya reunido los elementos homogéneos. Una vez terminado el proceso, calcúlense los porcentajes. Se obtiene así una descripción de la estructura social (Carabaña, 1997, p. 85).

Resumiendo, si la estructura de clases es un aspecto de la estructura social, los esquemas de medición de clase son una aproximación al estudio de las mismas. Aunque se construyen a partir de la teoría, no deben entenderse como “puentes directos” entre ambos ámbitos, sino más bien como constructos estadísticos elaborados por los investigadores para aproximarse a la realidad a partir de los datos.

5.1.2 Clases, grupos, estratos ¿Qué medimos cuando analizamos la estructura social?

Es común intercambiar los conceptos cuando nos referimos al estudio de agregados poblacionales que conforman la estructura social: a veces las llamamos clases, otras veces estratos, grupos, sectores, entre otras nominaciones. Sin embargo, más allá de la intercambiabilidad de algunos términos, cada concepto corresponde a una tradición teórica y, por ende, cada concepto pone el eje en un aspecto de la realidad. Mientras que la estratificación alude en mayor medida a la idea de jerarquía y distancia entre los componentes de la misma, la idea de clase referencia a las relaciones y mutua dependencia que se establece entre los agrupamientos. Sin embargo, la mayor parte de estos enfoques, en términos operativos, se centran en la ocupación como principal variable desde donde construir clasificaciones (Barozet, 2007; Francés García, 2009), tal como hemos estudiado en el Capítulo 5.

Las bifurcaciones en la construcción de las clasificaciones comienzan a partir de los distintos criterios y decisiones llevadas adelante por los investigadores para observar a los grupos sociales (Francés García, 2009, pp. 49–502). Podemos citar, al menos, los siguientes aspectos a tener en cuenta:

  • Elección de las medidas: es decir, si los agrupamientos se mostraran como medidas continuas o categóricas. Mientras que el primer tipo apunta a una concepción de la estructura en tanto continumm, en la que las distintas posiciones se diferencian en función de su distancia, el segundo aspecto, que es característico de los enfoques de clase, hace referencia a una realidad social fragmentada en grupos que adquieren su identidad a partir de su relación con los demás grupos.

  • Naturaleza de la información: aquí aludimos a referentes objetivos o subjetivos. En el primer caso, son indicadores tales como la ocupación, los ingresos, el nivel educativo, etc. En cambio, los principales indicadores subjetivos de estratificación se asocian a las valoraciones subjetivas que los individuos hacen sobre las ocupaciones, que permiten la construcción de escalas de prestigio o estatus social.

  • Objeto de la medición: finalmente, nos referimos a lo que realmente queremos medir a través de las herramientas elaboradas. Por un lado encontramos escalas que pretenden medir el prestigio o el estatus, otras que intentar medir la clase social y, por último, la posición socioeconómica. Cada una presentará una naturaleza distinta y apuntará a aspectos teóricos diferenciados y hasta enfrentados.